viernes, 1 de agosto de 2008

EL CIRCO DE LA VIDA

13 BARTOLOMÉ (El hacedor de sombras chinescas)

Bartolomé quería ser el mejor hacedor de sombras chinescas. Y en cierta manera ni hubo, ni había ni habrá nadie que haga mejores pantomimas que las suyas.

Sin embargo, a Bartolomé le inquietaba alguien… alguien que era casi tan bueno como él: su sombra.

Hacía difíciles contorsiones, equilibrios, movimientos bruscos, para ver si perdía, pero nada, siempre repetía con exactitud todos sus movimientos, tal cual.

Es más, con el tiempo, su sombra lo iba haciendo mejor que él.

Al principio era casi imperceptible, pero cuanto más se empeñaba Bartolomé en ser mejor que ella, ésta respondía cada vez menos a sus movimientos, hasta el punto de hacer contorsiones imposibles para él.

Ahora era Bartolomé quien seguía a su sombra, siempre con el mismo propósito de superarla. Porque lo que realmente le irritaba era que el público la aplaudiese más a ella que a él.

Bartolomé se sentía eclipsado por su propia sombra.

Ya no era cuestión de quién hacía mejores sombras chinescas, sino de quién saltaba más alto, quién cocinaba mejor, quién cortaba más leña, o de quién estaba realmente enamorada Olivia Vatio, la ex mujer de Bartolomé, que ya no se sabía si alumbraba a su marido a su sombra.

-¡No te aguanto más, me voy, no quiero seguirte más, no quiero competir más contigo, tú ganas! –gritó Bartolomé desesperado en lo alto de una colina, y al rato el eco del valle le respondió:

-¡Tú ganas!
-No, ganas tú –respondió enojado él.
-… Ganas tú.
-Que no, que ganas tú, en serio.
-…Ganas tú, en serio.

Bartolomé se puso tan pesado que, después de meses, su eco tuvo que tragarse sus propias palabras y darle la razón.

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