miércoles, 3 de diciembre de 2008

ALGÚN QUE OTRO POEMA EN FORMA DE LLANTO

CUASI-EPILOGO (III)

Cuando me vuelvo al sitio
en el que resplandece tu dulce mirada,
tanto penetra tu luz en mi mente,
que me quema y ya no puedo vivir.

Con el temor de morir por la llama,
ya que el corazón comienza a abandonarme,
me marcho y, como ciego que apenas ve,
no veo, sin ella, por donde piso.

Evito, así, los golpes de la muerte,
pero no tan pronto, como para que no me llegue
el deseo como sabe hacerlo.

Silenciando mi pena, la guardo,
para que no lloren conmigo quienes la escuchen,
pues tan apenada se encuentra mi voz.

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