martes, 15 de septiembre de 2009

DIARIO DE UN SEGOVIANO EN SÃO PAULO

12.- SEÑALES

Sabíais que el universo se comunica todo el tiempo con nosotros y nos envía respuestas, mensajes y señales, de acuerdo con nuestros deseos y necesidades?
Estas señales se manifiestan a traves de la sincronización de los acontecimientos que vivimos en el día a día. La prueba incontestable de que estamos viviendo y actuando en una colaboración armoniosa con la vida, es la presencia de esa sincronización.
Si nosotros venimos recibiendo esos regalos y, de repente, éstos dejan de acontecer, sabed que algo salió del eje de nuestra vida. Y es un indicio de que nos hemos dejado perturbar por alguna forma de negatividad que generó un cortocircuito en nuestro equilibrio vital. Por tanto, es hora de volver a equilibrarnos, armonizarnos y reconectarnos con nuestro "yo interior".
Uno de los medios para evitar esa desconexión es PARAR DE JUZGAR, a uno mismo y a otras personas.
Agradecer es la mejor forma de fortalezer esa conexión, pues cuanto mayor es nuestra gratitud, más amor, alegría, paz y prosperidad recibiremos. JUZGAR A LOS OTROS ES UNA REACCION. Y este es nuestro mundo... dónde todos nos juzgamos y juzgamos a los demás cómo si estuviesen equivocados. Cómo podemos ser amistosos, amorosos y confiantes? Cómo podemos abrir nuestro corazón? Nosotros nos sentiremos aislados, completamente cerrados, viviremos en un mundo en el que condenamos y el mundo nos condenará. VAMOS A PARAR DE JUZGAR... Sea lo que fuese lo que estemos haciendo "si gustamos de lo que hacemos, hagamoslo". No existe la cuestión de juicio: ninguna persona tiene el derecho de decir que lo que estamos haciendo es un error. Si a nosotros nos gusta hacerlo, no estamos hiriendo a nadie, no estamos pertubando a nadie, por tanto, eso es libertad.
Dar consejos es un acto insensato, si éste no es pedido. Poco a poco tenemos que reafirmarnos, dejar clara nuestra postura ante la vida, siempre y cuando no pasemos por encima del derecho de las demás personas que conviven con nosotros. Si estamos haciendo algo que amamos y que no perjudica a nadie de ninguna manera, entonces no permitiremos a nadie que nos juzgue, porque no se trata apenas de la cuestión de ese acto, se trata de una cuestión de nuestra vida entera.
La primera cuestión es esta: PAREMOS DE JUZGARNOS A NOSOTROS MISMOS. En vez de eso, comenzemos a aceptarnos tal y como somos, con todas nuestras imperfecciones, errores, debilidades y fracasos. No nos pidamos a nosotros mismos la perfección, porque eso es imposible y nos sentiremos muy frustrados. Amemonos, aceptemonos y, tal vez, nuestro amor y respeto pueda contribuir a los cambios y mudanzas de nuestras propias flaquezas y nuestros propios fallos, porque el amor da una energía nueva, un nuevo significado y una fuerza renovada.
Abrir vuestro corazón... El resto, seguro, acontecerá y surgirá de forma espontanea.

No hay comentarios: