9.- SIRENAS
Las sirenas aparecieron en los apartamentos un miércoles por la tarde. Julia y Tomasa se llamaban. Hablaban muy bajo, era septiembre, y ellas afónicas.
“Sólo estaremos una semana o así. El tiempo para recuperarnos de esta maldita afonía”. La otra dijo “Y dorarnos un poco al sol”.
Aconsejaron al dueño de las cabañas que usara tapones para los oídos mientras ellas permanecieran en el hotel, no fuera a ser que se recuperaran y empezaran a cantar de repente.
El hombre, de metro noventa y seis y gorra negra, así lo hizo. Pero al cuarto día se dejó olvidados los tapones en la jabonera de la ducha.
Confiemos en dos cosas: que las sirenas no se recuperen hoy y que el jefe sea de ducha diaria.
Las sirenas aparecieron en los apartamentos un miércoles por la tarde. Julia y Tomasa se llamaban. Hablaban muy bajo, era septiembre, y ellas afónicas.
“Sólo estaremos una semana o así. El tiempo para recuperarnos de esta maldita afonía”. La otra dijo “Y dorarnos un poco al sol”.
Aconsejaron al dueño de las cabañas que usara tapones para los oídos mientras ellas permanecieran en el hotel, no fuera a ser que se recuperaran y empezaran a cantar de repente.
El hombre, de metro noventa y seis y gorra negra, así lo hizo. Pero al cuarto día se dejó olvidados los tapones en la jabonera de la ducha.
Confiemos en dos cosas: que las sirenas no se recuperen hoy y que el jefe sea de ducha diaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario