ORILLAS DEL POEMA
Juramento a la pequeña subido en el risco angustioso de la espera…. Hay que ser imbécil... Realmente imbécil.
¡¡Y así será!! Carlos espera,
callado, dulce, maduro,
en trámite de futuro
tras su rostro de madera
tranquila, tranquilamente
desesperado a la vera
del papel, que no consiente
en su blancura otra ciencia
que aparentar la impaciencia
del poema más urgente.
Juramento a la pequeña subido en el risco angustioso de la espera…. Hay que ser imbécil... Realmente imbécil.
¡¡Y así será!! Carlos espera,
callado, dulce, maduro,
en trámite de futuro
tras su rostro de madera
tranquila, tranquilamente
desesperado a la vera
del papel, que no consiente
en su blancura otra ciencia
que aparentar la impaciencia
del poema más urgente.
Y aparece un viento fresco y joven, liberado
apenas, dilata en mil mi vieja puerta.
Su dintel se convierte del pasado
y a un imbécil templado despierta.
Se sueltan las nubes, está enamorado
de unos ojos siempre alerta
por culpa de otro imbécil residente en el pasado
lleno de sombras y de una duda incierta.
Y todo comienza. De ella nadie se escapa
olvidando si es de noche, si es de día
y todo por una sonrisa que atrapa
que es pura, limpia, soñadora y fría.
apenas, dilata en mil mi vieja puerta.
Su dintel se convierte del pasado
y a un imbécil templado despierta.
Se sueltan las nubes, está enamorado
de unos ojos siempre alerta
por culpa de otro imbécil residente en el pasado
lleno de sombras y de una duda incierta.
Y todo comienza. De ella nadie se escapa
olvidando si es de noche, si es de día
y todo por una sonrisa que atrapa
que es pura, limpia, soñadora y fría.
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