Soneto dedicado a mi entrañable amigo don José Juanan Pepote
Bendita sea esa santa coraza
limpia y fracturada por unos sables
indignos habitantes de esa plaza
que sólo acoge a los miserables.
Bendito sea el fino y culto valle,
de vida y verso, alcohol y petaca,
de amigos sin fractura en el detalle
al limpiar penas que dejan resaca,
con comidas de lunes a domingo,
meriendas y cenas sin vegetales
ya que las dietas están en el bingo
declarandose sin duda insolventes
de tener amor, que pena de subnormales,
con vida sin sabor e inconsistente.
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