sábado, 10 de julio de 2010

ZAPATISMO INSURGENTE ILUSTRADO

ALAS DE UNA VIDA. SOY EL BARON ROJO

Astro rutilante de la gran pantalla,
fascinante y cínico, play-boy de playa,
campeón olímpico con diez medallas,
hábil político donde los haya,
magnífico varón,
vencedor mítico de mil batallas:
así era Carlos, en su imaginación,
que le hacía olvidar su condición
para escapar y despegar de su rincón...

... y despegar de su rincón
para poder volar, volar, volar,
triunfar, brillar.

Lóbrego rincón de una portería,
donde no entra el sol y nunca es de día,
triste habitación húmeda y sombría,
sin ventilación,
un brasero de picón en la camilla
por toda calefacción,
así vivía Carlos, con su imaginación,
que le hacía olvidar su condición
para escapar y despegar de su rincón...

... y despegar de su rincón
para poder volar, volar, volar,
para olvidar.

Lóbrego rincón de una portería,
coros sollozantes de necias vecinas,
uniéndose al son de un carraspeante transistor,
"Simplemente María",
poderosa fantasía la de Carlos,
que, aún así, podía escuchar el mar
en un caracol pintado en purpurina
y volar, tras la procesión de golondrinas,
pegadas a la pared verde veronés,
bajo la mirada divina de un sagrado corazón,
bajo la mirada doliente
de las ánimas del purgatorio,
bajo la mirada anodina de
sus padres en el desposorio,
él, sentado, ceño fruncido,
ella, de pies, tras su marido,
dueño y señor,
contemplándose a si mismo,
disfrazado de angelito,
alas de algodón,
el día de su primera comunión
cuando aún creía que sería,
como el Barón Rojo,
un héroe de la aviación,
antes de tirarse por el balcón y quedarse cojo...

... para poder volar,
volar,
volar.

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