martes, 21 de septiembre de 2010

ZAPATISMO INSURGENTE ILUSTRADO














CUANDO EL OCASO ES LA HORA CIERTA

Es larga la espera...

Después del impulso libertino
que nos hace acostarnos tarde
levantándonos temprano;
para siempre ocultar esa faceta
impúdica y aunque nos guste, malsana,
sabes que, después de todo, tenías que vivirla;
sabes que eres lo que eres y no puedes renunciar a ello,
y aunque te ocultes a la sombra del ocaso
de tus vicios carnales, tu otra vida, en la oscuridad,
debes ser tú, y sólo tú, para ti y nadie más.

Tu cuerpo te reclama, te sojuzga, te ata,
te restringe a hacer éso u aquéllo.
Y cuando trenzas la cuerda, atisbando su final
descubres que, sin todo éso, no habrías sido nada,
habrías vivido en una mentira detrás de otra;
por éso no tienes miedos ni reparos
en descubrirte,
en vejarte,
en abandonarte.

Pero, aunque tus instintos están unidos
irremediablemente a ti,
ellos no secundan tus temores:
al paso de la vida, el tiempo perdido, las fantasías irrealizadas;
por ello te hallas solo,
contigo mismo y tus pensamientos,
tus interioridades y tu ciencia, que,
lejos de ser "cierta", retumba modales de tristeza,
personificaciones de un carácter nunca existido en ti,
y al mismo tiempo, al que te encuentras familiarizado,
ya que nadie es nadie sin una vida que lo sustituya.

Una vida de este mundo, que no del otro,
"una" que nos satisfaga en la oscuridad,
en las tiniebras de la noche y
nos libere de las penumbras del día.
Mas ella, es sola, como nuestros amantes, que,
uno tras otro llegan y se van,
pero nunca se quedan.

Y allí, solo ya,
y solo siempre,
descubres que la vida está hecha para vivirla
y no cansarte demasiado en descubrir lo que significa.
Alcanzarla con la mano: sabes que no es posible,
por éso la vives al máximo; no te preocupas de nada.
Sabes que esa bruma,
oscura y densa,
tarde o temprano te atrapará
y de nada servirá buscar el significado de aquéllo que no te importa,
de aquéllo que no te va a salvar,
de aquéllo que no eres ni serás nunca.

¿Por qué sumergirte en nuevos infiernos?
Tú ya tienes los tuyos.
No te hacen falta más.
Pronto todos serán meros recuerdos,
algunos pesadillas,
otros, sueños bonitos,
pero, ante todo, salvarás esa distancia,
entre la vida y la muerte.

Esa media hora que vaga, inerte,
entre la madrugada y el amanecer,
punto y final de todo,
estará exenta de mal;
la única que podrás recordar
sin escandalizarte;
y en ella, el tiempo se detendrá
y tú, en ella,
para siempre.