POR UNA VEZ QUE CONFIÉ
Un verano de dolor por frío,
mi cuerpo ya no era el mío.
Iba en el autobús resfriado,
mirando por el vidrio empañado…
Era linda aunque con mal aliento,
pero le cedí la mitad de mi asiento,
”lo lamento -me dijo con acento-
al lado de un degenerado no me siento”…
¡¡¡Ay niña te sienta mal la lluvia!!!...
O es que tienes la mente turbia
y sueñas que te sigue un papparazi
con gafas negras de noche
y con aires a lo nazi.
No te acompaño en el sentimiento….
Pero vas a morir de un ataque de pensamiento.
Y le grité en la cara congelada
¡¡Otra niñarda tarada!!
Me noté un ganglio inflamado,
y mi coche, ya ves, no frenó
porque el suelo, y no por lluvia,
estaba mojado…
Atropellé a un niño sin piedad
(lo que mata es la humedad)
Como hermano mayor había heredado…
Sólo un recuerdo agujereado.
Y eso lo sabía
la niña con miedo
la enana con tedio
la niña del mes y medio…
Era como Robinson Crusoe,
vivía sola y con sus pelos,
hacinada, eso si, con orden en su ghetto….
Que sabrás tú lo que es un ghetto….
¡¡Otro ecologista checo!!
Iba en la niebla con mi dilema
y en el pulmón me salió un edema…
Y con mi aspecto de calavera,
fui a que me viera una enfermera,
parecía que yo deliraba…
Decía que era porque de fiebre volaba…
¡¡¡Volar!!! Dijé mirando un termo,
”El sueño de los hombres y los pájaros enfermos”.
Esa niñarda curandera fea,
que en una asamblea de la DEA,
el hígado me dejó como paté
porque me contagió con hepatitis B…
Le descubrí su cara verdadera,
sus miedos, excusas y bajas posaderas
y, por qué no,
algún que otro polvo, corto,
en una encimera…
¡¡¡Otra perra traicionera!!
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Hace 2 años
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