lunes, 10 de agosto de 2009

DIARIO DE UN SEGOVIANO EN SÃO PAULO

10.- LAS PARADOJAS DEL TIEMPO EN EL QUE VIVIMOS

Hablamos de más, amamos raramente y odiamos frecuentemente


Bebemos de más, fumamos mucho, gastamos sin criterio ninguno, conducimos a toda velocidad, nos quedamos despiertos hasta mucho más tarde y nos levantamos mucho más cansados, leemos muy poco, vemos más televisión de la recomendada y muy pocas veces rezamos.


Multiplicamos nuestros bienes pero reducimos nuestros valores.


Aprendemos a sobrevivir, pero no a vivir; sumamos años a nuestra vida y no vida a nuestros años.


Fuímos y volvimos a la luna, pero encontramos dificultades en cruzar la calle para saludar a un nuevo vecino.


Conquistamos el espacio, pero no el nuestro.


Hemos hecho cosas muy grandes, pero poquísimas mejores.


Cuidamos el medio ambiente, limpiamos el aire, pero contaminamos nuestra alma; dominamos el átomo, pero no nuestro prejuicios; escribimos más, pero aprendemos menos; tenemos muchos planes, pero realizamos muy pocos.


Aprendemos a apresar y no a esperar.


Construímos muchos ordenadores para almacenar mucha más información, producir más copias que nunca, pero nos comunicamos menos.


Estamos en la era del "fast food" y la comida rápida con digestión lenta, del hombre grande de cáracter pequeño, de los lucros acentuados y de las relaciones vacías.


Esta es la era de los dos empleos, varios divorcios, casas de lujo y hogares despedazados.


Esta es la era de los viajes rápidos, de la moral descartable, de los cerebros rapados y de las pastillas "mágicas".


Son también los momentos de tener muchas cosas en la estantería y pocas en la despensa.


Una era en la que ya no hay cartas y una era que te permite dividir esta reflexión entre un "vale" o una presión de la tecla "delete"....



Basta....


Acordaros de pasar el tiempo con las personas que amaís, pues ellas no estarán aquí para siempre.


Acordaros de dar un abrazo cariñoso a un amigo, pues no cuesta ni un euro.


Acordaros de decir, siempre que podaís "YO TE AMO" a tu compañera o compañero y a todas las personas que amas pero, en primer lugar, amaros mucho a vosotros mismos.


Un beso y un abrazo curan dolores si vienen de muy adentro.


El secreto de la vida no es tener todo lo que uno quiere, pero si es AMAR todo lo que tenemos...


...Por eso, dar valor a lo tenemos y a las personas que están a nuestro lado, porque cada uno de nosotros está exactamente dónde tiene que estar.

2 comentarios:

JANIS dijo...

Pero cuanta razón tienes.
Por eso empiezo hoy por ti.
Recibe un abrazo fuerte fuerte acompañado de mucho cariño.
Ah! Y repartelo con Daniela.

Fernando Pamos dijo...

De un paisano tuyo, Boff, a quien leo mucho:



"Estamos todos sentados encima de paradigmas civilizacionales y económicos fallidos. Es lo que nos revela la actual crisis global con sus varias ramificaciones. A corto y a medio plazo no hay nada que se presente como consistente. Somos pasajeros de un avión en vuelo ciego. Lo que se ofrece es hacer correcciones y controles a la Keynes, que en el fondo son cambios en el sistema, pero no cambios del sistema. Pero es el sistema lo que resulta realmente insostenible, incapaz de ofrecer un horizonte prometedor para la humanidad. Por eso, se demanda otro sistema y otro paradigma de habitar este pequeño, viejo, devastado y superpoblado planeta. Es urgente porque el tiempo del reloj corre en contra nuestra y tenemos poca sabiduría y escaso sentido de cooperación.

Por causa de los intereses de los poderosos, que no hacen lo necesario para evitar lo fatal, las soluciones que están siendo puestas en marcha en el mundo van en la línea de «más de lo mismo». Esto es absolutamente irracional, pues ha sido ese «mismo» lo que nos ha llevado a la crisis, que puede evolucionar hacia una tragedia completa.

Estamos, pues, enredados en un círculo vicioso letal. Les guste o no a los economistas -los «salvadores» del mundo-, tenemos a la vista dos puntos muertos: uno humanitario y otro ecológico. El primero es de naturaleza ética: la conciencia planetaria, surgida como consecuencia de la globalización, suscita la pregunta: ¿cuánta inhumanidad y crueldad aguanta el espíritu humano cuando verifica que el 20% de las personas consume el 80% de toda la riqueza de la Tierra, condenando al resto a la cruz de la desesperación, acorralada por los límites de la supervivencia? ¿Aceptará el veredicto de muerte sobre ella... o se resistirá, se indignará y finalmente se rebelará por instinto de supervivencia? El ideal capitalista de crecimiento ilimitado en un planeta limitado ya no se puede seguir proponiendo o sólo bajo una gran violencia.

El segundo es el límite ecológico. El capitalismo creó la cultura del consumo y del desperdicio, cuyo prototipo es la sociedad norteamericana. Generalizar esta cultura —ya se han hecho los cálculos― necesitaría dos o más Tierras semejantes a la nuestra, lo que hace el proyecto irrealizable. Por otra parte, hemos llevado al límite los recursos y servicios de la Tierra y los sobrepasamos en un 40%. Todas las energías alternativas a la fósil, manteniendo el consumo actual, cubrirían solamente el 30% de la demanda global. Como se ve, dentro del mismo modelo, somos un sapo que se va cociendo lentamente sin posibilidad de salirse de la olla.

Hay tres propuestas creativas: la economía solidaria, que no se guía por el objetivo capitalista de maximización del lucro ni por su apropiación individual; el cambio de monedas regionales, y la tercera es la de la biocivilización y la Tierra de la Buena Esperanza, del economista polaco que dirige un centro de investigación sobre Brasil en Paris: Ignacy Sachs. Esta propuesta da un lugar central a la vida y a la naturaleza, considerando a Brasil el lugar donde se anticipa. Las tres son posibles, pero todavía no han acumulado fuerza suficiente para ser hegemónicas.

Ellas tal vez podrían salvarnos. ¿Pero tendremos tiempo hábil? Bien decía Gramsci: «lo viejo no acaba de morir y a lo nuevo le cuesta nacer». No se desmonta una cultura de un día para otro. Quien está acostumbrado a comer filete de lomo, difícilmente se resignará a comer huevo.

Mi sentimiento del mundo dice que vamos al encuentro de una formidable crisis generalizada que nos llevará al límite de la supervivencia. Cuando el agua nos llegue a la nariz, haremos todo para salvarnos. Posiblemente seremos todos socialistas, no por ideología sino por necesidad: los escasos recursos naturales serán repartidos ecuánimemente entre los humanos y los demás vivientes de la comunidad de vida.