lunes, 29 de marzo de 2010

DIARIO DE UN SEGOVIANO EN SÃO PAULO

29.- CASI... MOMENTO ZEN

Creo que peor que la convicción del “no” es la incertidumbre del “tal vez” o la desilusión de un “casi”.

La verdad es que lo que me incomoda, lo que me entristece, es el “casi”. Esa situación me mata pensando en todo lo que podría haber sucedido y que no ocurrió. Quien casi ganó todavía está jugando, quien casi aprobó todavía estudia, quien casi murió está vivo, quien casi amó no amó.

Basta pensar en las oportunidades que se escaparon entre las puntas de los dedos, en las opciones que se pierden por miedo, en las ideas que nunca saldrán de un papel previo por esa maldita y humana manía de vivir siempre en un mundo gris, propio del otoño.

Yo me pregunto a veces “qué es lo que nos lleva a escoger una vida gris?” o mejor ‘no me pregunto”, “contesto”. La respuesta me la sé de memoria, está grabada en la distancia y frialdad de la mueca hecha sonrisa, en el abrazo social y sin sentimiento, en la indiferencia de los “buenos días”, casi susurrados.

Nos sobra cobardía y nos falta coraje hasta para ser feliz. La pasión quema, el amor enloquece, el deseo traiciona.

Tal vez estos fuesen buenos motivos para decidir entre la alegría y el dolor, el sentimiento o la nada, pero no son. Si la virtud estuviese situada justo en el término medio, el mar no tendría olas, los días serían nublados y el arco iris sería todo en tonos grises. El nada no ilumina, no inspira, no aflige ni calma, apenas amplía el vacío que cada uno de nosotros tiene tras de si.

No es que la fé mueva montañas, ni que todas las estrellas estén a nuestros alcance; para las cosas que no pueden ser cambiadas nos queda solamente el recurso de la paciencia, pero preferir la derrota anticipada a la duda de la victoria es desperdiciar la oportunidad de merecer.

Para todo error hay perdón; para los fracasos, opciones; para los amores imposibles, tiempo. De nada vale poner una muralla a un corazón vacío o economizar tu alma. Un romance cuyo fin es instantaneo o sin dolor no es romance. Llegados a este extremo, no podemos dejar que la tristeza nos invada, que la depresión nos aceche, que la nostalgía nos sofoque, que la rutina se acomode en nuestras vidas y que el miedo se apodere de nuestras vidas.

La receta? Desconfiar del destino y creer en uno mismo. Gastar más horas realizando que soñando, haciendo que planeando, viviendo que esperando la oportunidad porque, aparte de que quien casi murió está vivo, quien casi vive ya murió.

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