viernes, 26 de marzo de 2010

DIARIO DE UN SEGOVIANO EN SÃO PAULO

28.- LA IGUALDAD NO SIEMPRE ES EL PUNTO MEDIO

El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer es el más sublime de los ideales.


Dios hizo para el hombre un trono. Para la mujer un altar.
El trono exalta; el altar santifica.
El hombre es el cerebro. La mujer es el corazón, el amor.
La luz fecunda; el amor resucita.
El hombre es el genio. La mujer es el ángel.
El genio es inmenso; el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la gloria. La de la mujer es la virtud.
La gloria se traduce en grandeza; la virtud es divinidad.
El hombre tiene la supremacía. La mujer la preferencia.
La supremacía representa la fuerza; la preferencia el derecho.
El hombre es fuerte por la razón. La mujer invencible por las lágrimas.
La razón convence; la lágrima conmueve.
El hombre es capaz de todos los heroísmos. La mujer de los martirios.
El heroísmo enoblece; el martirio sublima.
El hombre es el código. La mujer el evangelio.
El código corrige; el evangelio perfecciona.
El hombre es el templo. La mujer el sagrario.
Ante el templo nos descubrimos; en el sagrario nos arrodillamos.
El hombre piensa. La mujer sueña.
Pensar es tener cerebro; soñar es tener una aureola.
El hombre es un océano. La mujer un lago.
El océano tiene una fuerza que embiste; el lago una poesía que deslumbra.
El hombre es un águila que vuela. La mujer un ruiseñor que canta.
Volar es conquistar el espacio; cantar es conquistar el alma.
El hombre tiene un afán: la consciencia. La mujer una estrella: la esperanza.
El afán guía; la esperanza salva.

En fin

El hombre está colocado dónde termina la tierra.
La mujer está colocada dónde comienza el cielo.

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