jueves, 10 de febrero de 2011

RELATOS DE INSOMNIO Y ANSIEDAD

25- AMOR EN TIEMPO DE DIVORCIOS

Estábamos los tres en la mesa mi padre, mi madre y yo. Mi madre tenía los ojos brillosos en clara señal de querer llorar, mi padre en cambio se encontraba rígido como una estatua, sin señal de sentir algo a causa de lo que iba a comenzar. Mi padre fue el primero en hablar
-bueno, es más que claro lo que va a ocurrir, además tu ya nos oíste anoche- dijo mi padre. Yo asentí conteniendo las lágrimas, pero aún así se deslizaban por mi rostro. Mi madre en cambio no se pudo contener y comenzó a llorar, al verla me di cuenta que las cosas estaban peor de lo que yo pensaba.

Desperté a las 1:00 de la mañana, sentí que mi padre discutía con mi madre, tratando de moderar el volumen de su voz, probablemente para que yo no escuchara, me acomodé en la cama y escuché atentamente lo que decían.
-solo pido un poco de amor, nada más Carlos, y aún así no me puedes dar eso- dijo mi madre entre sollozos.
Supuse que mi padre asentía con la cabeza porque no lo escuche hablar más.

-Así que nos vamos a separar-dijo mi padre de manera cortante.

- Nos vamos a separar, pero solo por un tiempo- dijo mi madre de manera consoladora.

Me desperté agotada, me sentía sin vida, sin emociones.
Fui al baño esperando que una ducha me hiciera olvidar lo ocurrido, pero no fue así, porque a mitad del baño me di cuenta que por mi cara unas lágrimas caían.
El desayuno fue incomodo, nadie habló, todos contemplaban sus desayunos como si fuera lo más interesante en la mesa.
Cuando me fui no presté atención a la discusión que comenzaba en la cocina. Fuera de las cuatro paredes de la casa, el ambiente era más agradable, silencioso excepto por el sonido del viento pero a pesar de eso, tranquilizador.
Cuando llegué al colegio comencé a sentirme más tranquila, porque ahí iba a poder estar distraída a causa de la materia, pruebas y tareas que los profesores imponían.
El problema fue que me concentraba tanto en la materia y en hacer las actividades que me sobraba mucho tiempo. Mi amiga Lorena se dio cuenta de mi comportamiento por lo cual no me habló en toda la clase, ya que ella sabía que cuando yo estaba triste no quería hablar con nadie.
En el recreo me quedé sola, me senté en una banca a meditar todo lo ocurrido, pero aún así era como si yo no lo aceptase. Mientras más lo pensaba, más me entristecía por lo que me quede inmóvil viendo los árboles del patio mientras el llanto se apoderaba de mí.
Gabriel, un compañero de curso, se me acercó. Lo que me pareció muy insólito, ya que yo nunca había hablado con él.
-¿estás bien?- dijo Gabriel con rostro de preocupación.
La verdad es que me pareció una pregunta muy tonta, me refiero ¿cómo voy a estar? Si ve que estoy llorando.
-No es nada, solo me siento un poco deprimida- le dije de manera que no sonara descortés.
Él se sentó a mi lado y se me quedó mirando. Yo por mi parte evité su mirada lo más que pude.
-¿Quieres estar sola?- me preguntó, con un tono suave y dulce.
Yo simplemente asentí, y me quedé mirándolo. Él era bastante bonito, tenía el cabello castaño claro y liso, su piel era trigueña, sus ojos tenían un lindo color verde y su altura hacía juego con lo demás.
Al terminar el recreo me acerqué a la sala esperando que llegara el profesor, fui a mi casillero y tomé los libros de matemáticas. Cuando cerré el casillero Gabriel estaba a mi lado.
-¿estás mejor?- me preguntó.
-Sí, pero en verdad no tienes porque preocuparte tanto por mí- dije un poco avergonzada por la osadía de mis palabras.
-tienes razón- me dijo él, y se marchó.
El resto de la clase fue normal, unos cuantos ejercicios de geometría y un poco de materia.
Al finalizar la clase la profesora molesta comenzó a hablar
-¿Cómo es posible que solo unos pocos alumnos hayan terminado los ejercicios?, y los demás no. Acaso no tuvieron el mismo tiempo o eran muy difíciles, no ninguna de esas causas es la razón por la cual ustedes no terminaron, si no porque se la pasaron hablando toda la clase. Por eso los cambiaré de puestos- dijo cortante.
A mí no me importó mucho el discurso de la profesora ya que nunca hablaba mucho en clases y siempre terminaba los deberes a tiempo.
La profesora comenzó a asignar los nuevos compañeros.
-Claudia, tú te sentarás con Gabriel- dijo la profesora.
Yo quedé atónita, como era posible que entre tantos alumnos de la sala tuviera que escogerlo a él. A él, que me hacía preguntas tontas y se preocupaba por mí. Porque no pudo escoger a alguno que fuera poco atento y totalmente preocupado de sí mismo.
A la hora del almuerzo me senté en cualquier mesa, total que importaba donde me sentara si no iba a hablar con nadie. Como no tenía hambre opté por tomarme solamente el jugo. Distraída contemplé la gente que se encontraba a mi alrededor y para mi desgracia estaba él.
Esto comenzó a enfadarme, por lo que decidí marcharme. Salí al patio y me senté en el pasto. Observé el paisaje y me di cuenta que no había nadie, probablemente estarían todos comiendo.
M e recosté y cerré los ojos, unos pasos se acercaron a mí. Como no me interesaba quien fuera me mantuve recostada.
Cuando creí que la persona se había ido, decidí levantarme. Pero Gabriel se encontraba sentado a mi lado observándome.
-me puedes decir que es lo que quieres- le dije molesta.
-nada, solo quiero hablar contigo, o ¿Acaso eso es muy malo?- me dijo tranquilamente.
-no, entones dime que es lo que quieres hablar conmigo- le dije.
-muchas cosas, quiero conocerte mejor, además ahora que somos compañeros de banco deberíamos llevarnos bien- me dijo con una sonrisa.
-no necesariamente- le dije cortante.
-bueno, si eso es lo que piensas me va a costar más conocerte- me dijo en un tono poco serio.
Yo me levanté y me fui.
Entre a la sala y comencé a escribir: ¿Por qué me siento tan miserable? Una y otra vez por toda la hoja.
La profesora entró junto con todo el curso. Saqué mi cuaderno de naturaleza y comencé a escribir el titulo.
-hola- me dijo una voz conocida.
Yo fingí no escucharlo y comencé a copiar lo que escribía la profesora. Él hizo lo mismo.
-Ahora van a hacer estos ejercicios con su compañero de banco- dijo la profesora.
Yo miré a Gabriel lentamente, él hizo lo mismo.
-bueno, comencemos- me dijo alegremente.
Yo solo le presté atención a los ejercicios. Al concluir me dedique a ver por la ventana.
-Vas a tener que hablar conmigo tarde o temprano- me dijo, con una mirada coqueta.
Yo simplemente lo ignoré.
Al terminar la clase prácticamente corrí al patio. Me dirigí a la cancha de pasto, pero a la mitad del camino tropecé con una piedra terminando por caer. Un calor comenzó a recorrer mi pierna, y cuando la observo me doy cuenta que estaba llena de sangre. Intenté levantarme, pero no pude. Preocupada comencé a gritar.
-¡Ayuda!- decía desesperada.
Preocupada por el hecho de que nadie me oyera intenté levantarme de nuevo, pero justo cuando iba a darme el impulso para levantarme Gabriel apareció. Él se me acercó corriendo y totalmente preocupado por mí.
-no te preocupes estoy bien, solo necesito que me ayudes a llegar a la enfermería-le dije.
Él se me acerca y me levanta entre sus brazos.
-¡¿pero qué haces?!- le dije sorprendida y ruborizado a la vez.
-te llevo a la enfermería- me dijo.
En el camino no dije nada solo lo miré a los ojos. Un sentimiento extraño me invadió. Mi corazón comenzó a latir más rápido, mi temperatura aumento y mi cara estaba roja como un tomate.
Él se dio cuenta y comenzó a sonreírme.

Al mirarla me di cuenta que estaba totalmente roja. Por lo que no pude evitar sonreír.
-¿estás bien?- le pregunté, a pesar de que sabia porque estaba sonrojada.
- emmmm, si estoy bien, pero me duele un poco- me dijo distraída.
Comencé a sentirme excelente, ella había cambiado su actitud conmigo. Decidí cambiar de táctica con ella, la acerqué más a mí.
Ella no dijo nada, solo miró hacia otro lado.
Lamentablemente lleguemos a la enfermería, si tenia suerte me quedaría con ella un rato. La senté en la cama de la enfermería. La enfermera no se encontraba, eso era algo bueno.
-me tendré que quedar aquí un rato- me dijo.
-si – le dije.
-bueno gracias por todo Gabriel, ahora puedes irte- me dijo
-no cuentes con eso, me voy a quedar hasta saber que estas bien.
Ella se distrajo leyendo una revista que había sobre la mesa. Le habría creído si hubiera tenido la revista en la posición correcta.
Como la enfermera no llegaba decidí ser yo quien viera que tan mala estaba su pierna.
-deja ver como está tu pierna- le dije.
Ella lo meditó un rato, pero termino por acceder.
Decidí ser lo más delicado posible, levanté su pantalón y pude ver una pierna completamente ensangrentada.
-será mejor que te limpie eso- le dije.

¿Qué se supone que iba a hacer? él estaba tan cerca de mí, y yo no podía controlar el color de piel.
Él comenzó a limpiar la herida de una manera tan suave que llegaba a ser muy agradable. Cuando terminó decidí que sería mejor que me levantara, pero cuando lo intente perdí el equilibrio. Gabriel alcanzó a reaccionar, por lo que me sostuvo.
No se cuanto tiempo nos quedamos así, sujetados el uno con el otro. La verdad creo que fue hasta que llegó la enfermera.
-¿Qué sucede?- preguntó la enfermera, extrañada de la forma en la que nos encontró.
-Claudia está herida- le dijo Gabriel a la enfermera.
-déjame ver- dijo la enfermera.
Después de una nueva curación, solo que un poco más dolorosa, la enfermera me dejó irme, pero en compañía de Gabriel, ya que según la enfermera era peligroso que intentara caminar sin nadie cerca.
Él me sujetó del brazo y salimos de la enfermería. En el patio no había nadie por lo que se podría decir que estábamos solos.
Él estaba realmente contento, la verdad tenía curiosidad en saber. ¿Por qué?
-¿Por qué estás tan feliz?- le dije.
-porque hemos progresado, ya sabes conociéndonos- me dijo, sin perder la sonrisa de su rostro.
-si, hablando de eso, quería disculparme por como te he tratado últimamente, es que no ha sido mi día- le dije, siendo totalmente sincera con él.
Él se demoró en reaccionar, ¿Acaso era muy raro que yo intentara ser agradable?.
-no te preocupes eso ya está olvidado- me dijo.
Entramos a la sala, Gabriel le explicó lo sucedido a la profesora y me ayudó a llegar a mi asiento. El resto del curso por su parte no hacían nada más que observarnos y hablar entre susurros con sus compañeros de banco. Por otro lado la mayoría de las chicas del curso me miraban con una cara repleta de odio. ¡Claro ahora es mi culpa que justo él halla estado ahí!. Es que sucede que Gabriel es el niño más popular del curso junto a su amigo Sebastián. Por lo que todas las niñas están detrás de ellos dos.
En la clase no hicimos mucho solo unos ejercicios y listo. Por lo que me sobró mucho tiempo, tiempo en el que me dediqué a pensar. Pensé mucho en cuál sería el motivo por el que sentí esa extraña sensación camino a la enfermería cuando estaba en sus brazos. La verdad el solo hecho de pensar que yo estuve en sus brazos me causaba una extraña sensación.
Lo miré varias veces de reojo, pero me daba tanta vergüenza mi actitud que me quedé observando la pizarra.

Intentaba concentrarme en mis ejercicios, pero no podía porque ella me miraba disimuladamente a cada rato. Y eso hacía que me distrajera. Como no pude resistirme comencé a hablarle.
-dime ¿Dónde vives?- le pregunté.
-en Miraflores- me respondió.
-en serio- le dije.
-si, ¿Por qué, pasa algo?- me preguntó.
-no, solo sucede que vivo cerca de ti, pero dime ¿Por qué nunca te he visto? - le pregunté.
-es que yo no salgo mucho- me respondió.
- me vas a decir que es lo que te tenía tan molesta- le dije.
-es que en si no estoy molesta- me dijo.

Con las semanas Gabriel y yo nos fuimos conociendo más, pero aún así no me atrevía a admitir que estaba sintiendo cosas por él. Hasta cierto día.

Estaba en la sala de clases, pensando en todo lo sucedido.
-¿Qué te pasa?- fue la pregunta de Gabriel.
-nada solo pienso- le dije.
-¿y en qué piensas?- me preguntó.
-en mis problemas- le dije, volteándome para que no me viera llorar.
El acercó su cuerpo al mío y me preguntó que me sucedía, yo no le respondí.
Luego él me sacó de la sala de clases y me llevó a unas escaleras. Yo me senté sin decir nada, solo lograba llorar. Él me rodeó con un brazo, y dejó que llorara tranquilamente. Yo apoyé mi cabeza en su pecho, y lo rodeé con un brazo. Él solo me acarició, hasta que logré tranquilizarme.
-verás, mis padres no están muy bien en estos momentos, ellos están separados por un tiempo para ver si todavía se aman- le dije sollozando.
-Claudia- me dijo con una voz tan tranquilizadora, a la vez que me abrazaba.
Nos quedamos mucho rato abrazados.
-será mejor que volvamos a clases- le dije, mientras me levantaba.
-de acuerdo- me dijo.
Él me siguió en silencio a la sala, pero siempre rodeándome con su brazo.

Al día siguiente decidí hablar con Gabriel y agradecerle por todo.
Me senté en mi puesto y esperé a que él llegara.
-hola, ¿Cómo estás?- le dije, muy alegre.
-bien, ¿y tú, estas mejor?- me preguntó
-si, dentro de lo que se puede- le dije.
Lorena comenzó a hablar conmigo durante toda la clase.
-cuenta, ¿pasa algo entre ustedes dos?- me preguntó curiosa.
-no, solo somos amigos- le dije un poco sonrojada.
Gabriel que estaba a mi lado, lo escuchó todo.
-así que somos amigos ahora- me dijo.
-creo que si, de hecho quería agradecerte por lo de ayer- le dije.
-no fue nada- me dijo alegre.
El resto del día, Lorena de lo único que habló fue de Sebastián, el amigo de Gabriel. Al parecer a Lorena le gustaba Sebastián.
Cuando terminó la clase me dirigí a mi casillero, Gabriel se me acercó.
-sabes, a Sebastián le gusta tu amiga- me dijo.
-¿en serio?- le pregunté.
-si, le gusta bastante tu amiga- me dijo riéndose.
-que curioso, porque a mi amiga también le gusta tu amigo- le dije.
-deberíamos juntarlos, ¿no crees?- me preguntó.
-si sería bonito, pero ¿Cómo?- le pregunté.
-bueno se supone que el fin de semana el curso junto a un profesor va a salir a acampar, podríamos juntarlos ahí- me dijo.
-si- le dije.
-entonces así será, tú hablas con tu amiga y yo con Sebastián- me dijo.
-de acuerdo, entonces hasta mañana- le dije, mientras me iba.
-¡espera!- me dijo.
-¿Qué me olvidé de algo?- le pregunté extrañada.
-si, de esto- me dijo, a la vez que acercaba sus labios a mi mejilla.
-mmm, adiós Gabriel- le dije rápidamente, y me fui.

Al llegar a mi casa decidí que hablaría con mi madre para preguntarle si me iba a dar permiso para salir.
-¿Mamá?- la llamé.
-¿Si, qué pasa Claudia?- me dijo
-veras sucede que el fin de semana va a ver un paseo de curso, vamos a ir a acampar y yo me preguntaba si ¿me dejarías ir?- le pregunté.
-claro que si Claudia, es más me alegra mucho de que vallas a salir- me dijo contenta.
-gracias mamá- le dije muy contenta.
Luego de eso decidí llamas a Lorena.
-aló, Lorena ¿Cómo estás?- le pregunté.
-bien ¿Pasa algo?- me preguntó curiosa.
-si, sucede que me preguntaba si tú ¿ibas a ir a acampar?- le pregunté.
-claro que si, ¿acaso tú también vas?- me preguntó.
-si yo también voy, entonces nos vemos mañana- le dije mientras colgaba.

A la mañana siguiente desperté muy ansiosa, me bañé y me cambié rápidamente. Preparé mis cosas y me fui al colegio. Al llegar pude ver que todos mis compañeros estaban ahí. Busqué entre la multitud a Lorena, pero no la encontré. En cambio pude ver a lo lejos a Gabriel hablando con Sebastián, los dos se veían muy bien. Volvía buscar a Lorena, para mi suerte la pude ver en la entrada del colegio.
-hola Lorena- le dije contenta.
-hola Claudia, dime ¿has visto a Sebastián por ahí?-me preguntó.
-eee si, de hecho lo vi conversando con Gabriel- le respondí extrañada por su interés por Sebastián.
Gabriel se me acercó sonriente como siempre.
-hola- me dijo mientras acercaba sus labios a mi mejilla.
-hola- le dije desviando la mirada.
Sucede que con el tiempo me cuesta más verlo a la cara.
-sabes, me tuve que alejar de Sebastián porque tu amiga se lo raptó- me dijo entre risas.
El bus se estacionó en frente del colegio, yo por mi parte me preguntaba con quien me iba a sentar.
-¿En qué piensas?- me preguntó Gabriel.
-me preguntaba con quien me iba a sentar, veras si me siento con Lorena no voy a ayudar mucho a que este con Sebastián, por lo que pensaba con que otra persona podría sentarme- le respondí, esperando su contestación.
-eso es más que claro, tú te vas a sentar conmigo- me dijo muy tranquilo.
No lo pude evitar me puse roja, es que como iba a estar sentada junto a él todo el viaje, ¡no iba a saber que hacer!
El profesor nos pidió que nos subiéramos al bus. Yo me senté al lado de la ventana junto a Gabriel.
En el camino no hable mucho con Gabriel, pero no fue porque no quisiera, si no porque no sabía de que hablar con él.
-¿Por qué no has hablado mucho?- me preguntó.
-es que estoy un poco cansada- le mentí.
-entonces duerme, de todos modos yo también tengo sueño- me dijo con una mirada coqueta.
Crucé los brazos y cerré los ojos, la verdad no se como fue, pero el punto es que me quedé dormida. Al despertar pude ver que mi cabeza estaba apoyada en el pecho de Gabriel, y que este me tenía rodeada con un brazo. Luego él abrió los ojos muy contento.
-hola, ¿Dormiste bien?- me preguntó.
-si- le dije sonrojada.

Cuando llegamos lo primero que tuvimos que hacer fue armar las carpas. Yo decidí dormir en una carpa junto con Lorena mientras que Gabriel dormiría con Sebastián.
Al llegar la tarde todos quisieron salir junto con el profesor por el bosque. Gabriel y yo decidimos que ese sería el momento para juntarlos.
-oye Lorena porque no vas al bosque con Sebastián- le sugerí.
-me encantaría, pero no sé si él querra ir conmigo- me dijo un poco triste.
-pregúntale, total no tienes nada que perder- le dije.
Gabriel mientras tanto, hacía lo mismo con Sebastián. No fue complicado por lo que al final Lorena y Sebastián se fueron a caminar por el bosque juntos, claro que con todo el resto del curso.
Yo no quise ir por lo que me quede al lado de la fogata.
-¿no vas a ir?- me preguntó Gabriel, que ya hacía sentado a mi lado.
-no, prefiero quedarme a ver la puesta de sol- le dije.
-yo tampoco quiero ir- me dijo.
Nos quedamos charlando un rato, pero el frío me iba ganando por lo que me iba a parar para ir a buscar un chaleco.
-¿A dónde vas?- me preguntó.
-a la carpa, es que tengo mucho frío- le respondí.
-si es por eso yo te presto mi chaleco- me dijo mientras se quitaba su chaleco y me lo pasaba.
-gracias- fue lo único que pude decir.
-oye, ¿te gusta alguien del curso?- me preguntó.
-si, pero creo que es mejor que nos quedemos como amigos- le dije con una sonrisa.
Gabriel de la nada tomó mis manos, acercó su cuerpo al mío y en el momento en que estábamos tan cerca de besarnos……… llegaron todos.
-huy- le dije sonrojada.
-estuvo cerca no crees- me dijo.
-si, pero ¿Por qué lo ibas a hacer?, me refiero ¿Por qué te gusto si no tengo nada en especial?- le pregunté.
-porque eres diferente, eres difícil y a pesar que tú no lo creas también eres bonita- me susurró en mi oreja.
Luego de eso no hubo más intentos, solo nos abrazábamos de vez en cuando.
Por su parte Lorena y Sebastián llegaron tomados de la mano, al parecer se habían besado en el bosque.

El resto del paseo fue normal, excepto por Lorena y Sebastián, que me tenían harta con tanto amor y palabras cursis.

Al volver del paseo, Gabriel y yo estábamos muy unidos. Hacíamos todo juntos, como si fuéramos novios. Solo que nunca nos besábamos, simplemente eran caricias y abrazos, se podría decir que era una relación pura.

Todo era perfecto, pero como dicen nada dura para siempre.

Era tarde, mi madre lloraba y mi padre se encontraba inmóvil.
-Claudia lo lamento mucho, esto se acabó- me dijo mi madre entre sollozos.
-así es hija, tu madre y yo hemos decidido terminar con esto, por lo que te vas a ir con ella al sur- me dijo mi padre conteniendo las lágrimas.
No dije nada, total ese no era mi problema yo solo debía acatar lo que decían.

Luego de eso decidí distanciarme de Gabriel, así sería más fácil irme de aquí. En la mañana me fui muy temprano al colegio. Al llegar pude ver a Gabriel entrando a la sala.
Yo entré y me senté en mi puesto sin decir nada.
-buenos días- me dijo Gabriel.
-hola- le dije sin ganas.
En todo el día no le hablé, eso hizo que se enojara conmigo.
-me puedes decir ¡¿Por qué ya no me hables, te pasa algo, me refiero luego de todo lo que ha pasado, me tratas así?! –me dijo con la voz entrecortada.
-créeme, es mejor así- le dije lo más fría y distante que pude.

Después de esa conversación Gabriel y yo no nos hablamos más.
Hasta cierto día de Diciembre.
Yo estaba hablando con Lorena.
-sabes tengo que contarte algo- le dije.
-¿Qué pasa?- me dijo curiosa.
-me voy de aquí- le dije sollozando.
Lorena no me dijo nada estaba paralizada. Yo no pude contenerme por lo que salí de la sala.
Me senté en las escaleras y me quede ahí llorando. De pronto Gabriel llegó y sentó a mi lado. Él estaba a punto de decirme algo, pero yo fui más rápida y acerqué mi cuerpo al suyo para abrazarme a él.
-tranquila- fue lo único que me logró decir.
-te echaré de menos- le dije.
- y yo a ti- me dijo mientras besaba mi frente.

Era el día, mi madre y yo ya habíamos hecho las maletas, mi padre nos iba a ir a dejar al terminal junto con Gabriel. Y nosotras nos íbamos a ir de aquí.
El día paso rápido, no hice nada en especial solo me senté a pensar en como todo había cambiado.
Ya era la hora mi padre tomó las maletas y las dejó en el auto mi madre y yo nos subimos al auto y nos dirigimos al terminal.
Al llegar, Gabriel estaba ahí, esperándome, para decirme…….. Adiós.
Todo fue muy rápido mi padre me abrazó y me dijo que me quería mucho, mientras que unas lagrimas se resbalaban por su rostro. Mi madre por su parte solo le hizo un gesto y se subió al bus. Yo me acerqué a Gabriel y lo abrasé lo más fuerte que pude, como si así pudiera no apartarme de él.
Él iba a acercar sus labios a los míos, pero mi mano se interpuso en su camino.
-no, es mejor así, créeme-le dije mientras que las lágrimas caían por mi rostro.
Él sostuvo mi mano sobre su rostro, luego volví a abrazarlo y me subí al bus.
Él se quedó parado ahí hasta que yo me fui.

Ella se fue, ni siquiera pude besarla, solo una caricia.
No sé si volveré a verla, pero sé que siempre será un bello recuerdo para mí.

-bueno eso fue todo lo que sucedió mamá- le dije entre lágrimas.
-ya veo, me siento muy culpable, por mi ustedes se tuvieron que separar- me dijo apenada.
-no importa mamá, todo con tal de que tú estés bien- le dije intentando sonreír.

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