martes, 8 de febrero de 2011

RELATOS DE INSOMNIO Y ANSIEDAD

24.- EL AMOR ES ALGO QUE SE PUEDE RESBALAR DE ENTRE LOS DEDOS...

La miré directo a los ojos. Era sorprendente como podía mantener la calma en un momento como ese. Pero lo sabía, pronto el pánico se apoderaría de ella como a cualquier otro individuo normal. Y así fue. Desvío su mirada de la mía y comenzó a llorar en silencio. Sabía que eso hacía, ya que podía sentir el movimiento que hacia su cuerpo cada vez que acallaba un sollozo.

No la culpaba, yo también deseaba llorar; tragarme mi orgullo de hombre y llorar, pero alguien tenía que ser fuerte por los dos; así que no lo hice, a pesar de las fuertes punzadas que atormentaban mi brazo y de todas las piedras que se encajaban cada vez más profundo en mi pecho y estomago. Miré hacia el cielo y vi como este comienzo a oscurecer. ¿Por qué tardan tanto?

- ¿Qué tal que si le damos una lección a Armando por habernos metido en esto? – le pregunte tratando de distraerla, aunque mi voz se escucha preocupada.

Ella me miró sorprendida y, a pesar de que en ningún momento dejó de llorar, me siguió en la conversación.

- Si, él y sus excursiones. Quizás colgarlo de cabeza sería el mejor castigo.

Me reí un poco; me pareció una grandiosa idea, pero me callé rápidamente al ver que ella no me había seguido. Reírme en un momento así era pasarme totalmente de la raya. ¡Qué idiota había sido!

- ¿Crees que de verdad vendrán? – preguntó, o por lo menos eso fue lo que logré escucharle, ya que su voz era apagada por los sollozos.

- Claro que vendrán. Ellos… ellos no han de tardar.

- ¿De verdad lo crees?

Esa había sido una pregunta muy interesante. Tenía que creer por ella, pero… ¿En realidad lo hacía? ¿En realidad creía?

No pude contestarle, así que ambos volvimos a guardar silencio. Sabía que con eso había matado cualquier gramo de esperanzas que aún quedaban en ella. No había nada más que quisiera en ese momento que abrazarla y decirle que todo estaba iba a salir bien pero, si realmente lo hubiera podido hacer, desde un principio, no hubiéramos estados los dos metidos en ese problema.

El tiempo pasaba… ¿Cuánto más podría sostenerla?

Un leve temblor en mi brazo derecho perturbo mis pensamientos, su mano se comenzaba a resbalar de la mía. El tiempo se había agotado, ella pronto caería al abismo.

Intenté subirla nuevamente, desesperado por hacer algo, pero de nuevo el frágil suelo en el que nos encontrábamos comenzó a deshacerse poco a poco. Si continuaba, ambos caeríamos… Pero si no hacia algo pronto, ella seria quien caería.

Comencé a entrar en pánico, nunca pensé que Armando tardaría tanto en ir a buscar ayudar. El tiempo se había agotado y yo solo podía observar como Amy se resbalaba de mi mano. Me sentía impotente.

- Es patético que solo pueda hacer esto al haber llegado a tal extremo… - escuchar su voz me sorprendió, y aun mas cuando mire su rostro sonriente enmarcado por sus ojos y lagrimas de tristeza.

- Amy…

- Manny… Yo…

Lo último que sentí de ella fue su mano resbalarse de la mía.

Lo último que vi de ella fueron aquellos lindos ojos inundados de lágrimas desvanecerse a través de la oscura penumbra de la montaña.

Lo último que escuché de ella fueron aquellas palabras por las cuales hubiera matado por oírlas antes de su muerte.

- Yo también te amo… - Susurré, mientras a lo lejos se podía escuchar el perfecto eco de varios pasos acercándose hacia donde, en ese momento, yo solo me encontraba…

No hay comentarios: