viernes, 1 de agosto de 2008

EL CIRCO DE LA VIDA

10 NERVENKITZEL (La directora de orquesta)

Nervenkitzel era una persona muy enérgica, con mucha chispa.

Pero lo que le ocurrió aquel once de enero fue demasiado. Ella siempre decía que la música la llenaba de energía, pero nadie imaginó de qué manera.

Desde esa fecha ningún músico quiso tocar para ella.

Al día siguiente recogieron sus instrumentos y se fueron. Se despidieron de ella a distancia, nadie se acercó a estrecharle la mano ni mucho menos a abrazarla, temían correr la misma suerte que aquel pobre niño.

La tarde del once de enero, durante la función, en medio de un allegro vivacísimo la señorita Nervenkitzel soltó a través de su batuta una descarga eléctrica en forma de rayo que fue a parar a Bambino, quien en ese momento tocaba el triángulo. Milagrosamente el rayo no sólo no lo mató sino que encima le dio una vitalidad extraordinaria. Eso sí, el olor a chamusquina no se le fue hasta bien entrada la primavera.

La directora de orquesta se quedó sin orquesta. Excepto Bambino se fueron todos, con tan mala suerte que, justo después de que se hubieran ido encontró la explicación a lo ocurrido: se precipitó y confundió su batuta con la varita mágica de la maga Vartina.

Pero ya era tarde, y esa noche había que musicar el espectáculo como fuera, así que ni corta ni perezosa decidió dirigirse a sí misma.

Aquella noche fue un éxito rotundo. El público se volvió loco con ella.

Unas semanas después, a Nervenkitzel ya le llovían decenas de ofertas de otras compañías de circo. Todos querían tener a la mujer orquesta en su plantilla.

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