viernes, 1 de agosto de 2008

EL CIRCO DE LA VIDA

8 OLIVIA VATIO (La iluminadora)

Cada noche era lo mismo, se sabía todos los números, los diálogos, las bromitas…Y, pese a que el espectáculo era realmente bueno, a Olivia Vatio ya no le hacía ni pizca de gracia. A ella lo que realmente le gustaba era mirar al público. El problema es que lo espectadores estaban siempre en penumbra y a la iluminadora le costaba una barbaridad poder distinguirlos con claridad.

Sin embargo, al final lo hizo: a mitad del espectáculo y en el momento más crucial, no pudo soportar más la tentación, tomó su gran foco y lo dirigió hacía el público. Fueron cuatro segundos o meses o años o siglos apoteósicos, ya que por fin pudo ver al público en todo su esplendor. Pero cuando éste se percató de que estaba siendo observado y encima con aquel foco iluminando sus intimidades, unos se pusieron a sobreactuar su papel de público mientras que a otros, en cambio, les entró el miedo escénico y se quedaron paralizados o, en el peor de los casos, salieron corriendo.

La minifunción particular de Olivia Vatio acabó ahí, y también su puesto como iluminadora pues, a raíz de eso, descubrió su verdadera vocación: la de acomodadora. Ahora Olivia Vatio, siempre linterna en mano, pasea su sonrisa deslumbrante por entre el público.

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