Los sueños siempre son sueños…
Segundo soñó hace cosa de un mes con sus días infantiles. Volvió a ver a su madre, a su padre, a sus dos hermanas. En el sueño su padre volvía a decirle lo que mil veces le gritó cuando era pequeño, aquel chiste recursivo al que Segundo nunca encontró la gracia. “¡Segundo! ¡Ven un segundo!”. Su padre se reía y el niño siempre se enfadaba. ¿A qué niño le gusta que se burlen de su nombre? ¿A qué niño no le afecta que su ídolo se mofe de él? La cuestión es que el niño acudía a la llamada del padre y este le daba mil explicaciones sobre cualquier cosa, y su “ven un segundo” se convertía en minutos, o en horas.
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